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miércoles, 13 de enero de 2016

Cotorra Onírica

Una cotorra argentina que tuve un mal día se me escapó. Abrió la puerta de su jaula y se marchó por la ventana. Ahí no queda la cosa, lo mas Gordo, que así la llamaba, es que la cotorra argentina se me aparece en sueños. O YO me aparezco en los suyos, la cosa no está muy clara. No sólo se me aparece en sueños, ¡habla! Y no me dice las dos o tres palabras sueltas que le enseñé en su día, sino que razona, me enseña, me hace pensar, me provoca, y mantiene conversaciones oníricas conmigo sobre los mas diversos y variados temas. Sus primeras palabras siempre son: ¡eh, carcelero, despierta! También me aconseja libros, debe ser lectora empedernida, ¡y qué libros, joyas de la literatura, nunca falla con sus recomendaciones! Uno de los primeros que me recomendó, y que YO recuerde, fue El Criticón de Baltasar Gracián. Aquel que decía, ¡y no puedo estar más de acuerdo!, que la mayor monstruosidad y desgracia que le acontece al hombre es que viene al mundo engañado y se va del mismo desengañado.

Algún día, si la pereza y el olvido no se interponen en la empresa, narraré algunas de las historias que la dichosa cotorra me cuenta en sueños. O los paliques oníricos que mantiene con otras especies de pájaros: canarios, canarias y diamantes mandarines que se me han escapado o muerto. Contaré estos sueños aún a riesgo de que me tomen por un loco en este valle de cuerdos.

Y por hoy, no digo más.

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